2011/10/01

reinterpretaciones instantáneas #02



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La dirección no importa #

Siempre soñé con tener dinero, tanto que pudiera comprar el mundo entero, fui a la mejor universidad, me otorgaron el premio especial fin de carrera en Ciencias Económicas, hice varios postgraduados y, por si fuera poco, hablaba tantas lenguas como las que se hablaban tras la caída de la Torre de Babel, y tal y como ella se desmoronó así yo caí, cuando tuve el dinero suficiente con el que comprar cuanto quisiera me di cuenta de que ya no quedaba nada que mereciera la pena ser comprado, entonces decidí caminar y aún sigo haciéndolo, a veces unas ciudades las distingo de otras por las gentes que las habitan, las razas, los colores de piel, los rasgos faciales y las formas en que se comunican cambian al caminar, otras veces es la diferente arquitectura que caracteriza los edificios, pero siempre, tras mucho caminar, es lo único de lo que empíricamente he sido capaz de demostrarme, después de una ciudad hay otra y antes que a la primera otra la precede, aunque bonito es saber que siempre puedes estar rodeado de construcciones, que apenas tienes que dar unos cuantos pasos, en ocasiones muchos, pero que con caminar es suficiente para salir de una ciudad y llegar a la siguiente, también cansa y genera pesadillas, como la que tuve esta noche, creía que era chino, un pequeño niño chino con los ojos rasgados y que mis padres me habían lanzado a la piscina de la municipalidad para que aprendiera a nadar, sin monitores ni instrucciones de ninguna clase, cosa que por otro lado a mi corta edad de poco hubiera servido, movía brazos y piernas arrítmicamente, como los mueven siempre criaturas tan inocentes, pero lo peor no eran las dificultades acuáticas que sobre mí vertieron mis padres, sino que era enfrentado con una realidad, con un futuro real en el que podría conseguir todo lo que quisiera, mis minúsculos bracitos parecían moverse buscando el absoluto, el cenit, me mostraban cómo triunfaba en la vida, al poco tiempo de salir abruptamente del útero materno quedaba como único dueño de La Empresa, dormía en los mejores hoteles, me tiraba a las mejores prostitutas, comía el mejor caviar paquistaní, pero lo que más hizo zarandear mi cuerpo en el polvo del suelo en que dormía eran el enorme parque de coches de lujo de toda clase, Mercedes, Pontiacs, Royces, Ferraris, Porches, que tenía a mi completa disposición, son varios los sueños de este tipo que he tenido, en realidad, todas las noches, duerma en suelo como anoche o en la última planta de un rascacielos, duerma abrigado por el frío o en calconcillos, es una pesadilla que inexorablemente perturba mi descanso, tan lacerantemente se intrinca en mis pensamientos diurnos que quizá por ello me encuentro siempre fatigado, quizá ese recurrente sueño sea la causa de que decidiera caminar y desde entonces siempre camine.


# NIRVANA - Nevermind (1991) #

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