2009/09/22

## Series POP (06) ##



## Siempre existirán los Gigantes ##

En un espacio (ahora) de grandes dimensiones, gigantescas antes, normales mañana: 9 metros cuadrados, con paredes de color azul y rosa clarito tan a su gusto antes, aunque ahora le parecen demasiado cursis:

- Braddy, ¿quieres que te prepare una taza de té? – le dice Mary a Braddy. Braddy era esbelto, de mejillas sonrosadas, pelo largo, liso y rubio, vestido con ropas principescas.
- No, Mary, gracias –contesta Braddy a Mary. Mary también era esbelta, al igual que Braddy, con una talla de algunos centímetros (milímetros) menor que la de éste, rubia también, pero con el pelo ondulado aunque de ojos azules como los de Braddy (se me ha olvidado decirlo). Sus ropas, también principescas, dejaban a la vista sus torneadas y flexibles piernas.
- ¿Y si te preparo un whisky? ¿Igual lo prefieres? Tienes que descansar un rato –le dice Mary a Braddy, intentando desviar hacia ella su atención concentrada en los papales que reposan tétricamente encima de la mesa.
- Hummm, no, tampoco, gracias, tengo que terminar unos asuntos –las cejas de Braddy se enarcan, sin que sus ojos se desvíen ni un milímetro de los papeles que atentamente parece escudriñar, aunque Mary no se sabe si esa reacción cejil es ante el ofrecimiento de ella o ante algo escrito que llamativamente pueda haber reconcentrado su atención.
- ¿A qué hora piensas que terminarás de trabajar? –le interroga Mary, con un semblante que aún siendo inertemente plástico parece insinuar tristeza.
- No lo sé. Tu vete a ver la televisión, que en cuanto termine voy al salón.
- ¿Quieres que vaya preparando la cena?
- Vale, perfecto, como quieras.

Braddy y Mary se encuentran en la flor de la vida. Son una pareja de éxito, acaudalada, de noble linaje y notable posición entre sus coetáneos y que mantiene excelentes relaciones con sus conocidos, aunque ella no sepa qué quiere decir “coetáneos”. Rondarán la treintena, quizá tan sólo tengan veintipico: eso, para ella, es lo de menos.

Hay otros muchos. Hubo muchos otros. Todos en el olvido formando parte del recuerdo. Pero Braddy y Mary eran siempre sus preferidos. No es que los restantes no entraran nunca en acción, más bien al contrario, pero ella no sabía (o quería) volcar en ellos esos incipientes sentimientos propios de los Gigantes. Casi todos a quienes ella conocía eran Gigantes: seres de unas proporciones enormes, altísimos, viéndose obligada a girar el cuello hasta sentir dolor en sus cervicales si quería ver sus rostros y comunicarse con ellos. No entendía por qué todos tenían unas dimensiones tan grandes, mientras que, en cambio, Braddy y Mary y los demás eran mucho más pequeños que ella.

Ha empezado a entender muchas cosas. Ya no existen los Gigantes, esos seres que creía enormes y que ahora ni tan siquiera duplican su altura. También ahora comprende por qué Mary y Braddy eran tan pequeños y por qué podían ir siempre vestidos con la misma ropa sin que nadie les echara la bronca. Y el por qué de la indeterminación en cuanto a la hora en que se cena y el por qué de las botellas de whisky (que tanto gustan ahora también a su madre) vacías en la basura esperando a que alguien se deshiciera de ellas. ¿Y qué decir de lo mucho que le han gustado siempre a su madre las películas que de Brad Pitt y Meryl Streep pasaban por la tele? María, aunque a veces se acuerde de ellos y sienta una íntima nostalgia, sabe y, sobre todo, desea, que nunca vuelvan.

María ha empezado a comprender muchas cosas.



## Juniper Moon - ¿Volverás? ##

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